martes, 17 de abril de 2012

12 efectos no deseados de trabajar en una oficina abierta

Muchas compañías pretenden integrar a su personal mediante la eliminación de divisiones y paredes, con un costo a menudo alto para los empleados.

Probablemente, muchos estudios digan que es más efectivo el rendimiento o que se ve más bonita una oficina repleta de gente, sin fronteras físicas, pero la verdad es que quienes tienen que ‘sufrir’ una jornada en oficina abierta se estresan más y son menos productivos que aquellos que aún tienen la suerte de tener una oficina, o por lo menos un cubículo para ellos solos.

A continuación, los resultados de un sondeo informal entre compañeros de oficina en varias empresas realizado por Portafolio.co.

1. Amigos y compañeros de trabajo se sienten más libres de interrumpir en cualquier momento, para invitarlo a tomar tinto (café, en colombiano), para hablar del último partido de su equipo favorito, para actualizar el ‘cuaderno’ de chismes o para pedir un favor. Como no todo el mundo hace sus pausas activas a la misma hora, la probabilidad de interrupciones frecuentes es muy alta. Incluso, decir que no puede unirse al grupo en la charla ya hace perder tiempo.

2. El ruido de los demás, sobre todo si no hay normas claras sobre el volumen de la música o de la conversación telefónica. Y, obvio, las visitas del punto anterior en los escritorios vecinos.

3. El paso constante de personas por todos los costados hace más difícil la concentración. Si cada persona que pasa por ahí saluda, el asunto se complica. Y si además no caben y golpean la silla… paciencia, paciencia.

4. Falta de privacidad para hacer sus llamadas de trabajo, para mirar el mail o para navegar por la Red. Y si está preparando un informe ‘clasificado’ para su jefe, la oficina abierta no ayuda mucho. Así no haya nada para esconder, tampoco se trata de mostrarlo todo.

5. El desorden de los demás. Con el pasar de los días, cada escritorio se va desordenando, incluido el suyo, lo cual puede afectar al vecino de al lado si la distancia de separación y el espacio vital es demasiado reducido. Termina uno lidiando con el desorden de los demás.

6. No hay secretos. Si alguien le cuenta algo privado, personal o de trabajo, es probable que los vecinos de puesto se enteren del contenido de la conversación. Si usted llega con mala cara, todos se enteran. Y si llega con cara de satisfacción, todos se inventan chismes.

7. El cumpleaños. Muchos compañeros de trabajo, en su afán por agradar, decoran el puesto de aquel que esté de cumpleaños ese día. El onomástico se convierte en una celebración institucional que aumenta las visitas, el ruido, la basura…

8. La caneca. No falta quien esté tomando café y tire la taza desechable en su caneca. Y no solo el vaso del café, sino que le pueden llenar la cesta de la basura sin que usted se entere. Cuando usted va a botar sus cosas, ya no tiene dónde.

9. Si usa audífonos para escuchar sus grabaciones, o porque puede concentrarse mejor con música, puede correr el riesgo de que le llamen la atención o simplemente se gane la fama de que no quiere socializar. Por querer concentrarse, usted termina siendo el asocial de la empresa.

10. “Aquí lo puse y no aparece”. Algunos compañeros no piden permiso para tomar objetos de su escritorio, y a veces hay que salir a buscarlos por todo el recinto. Esferos y lápices, los que más 'desaparecen'.

11. Su silla tiende a ‘desaparecer’ con mayor facilidad en una oficina abierta, pues a veces los compañeros o los visitantes la toman prestada. A veces, ni siquiera basta marcarla.

12. Los visitantes. Acomodar a un visitante que viene por cuestiones de trabajo, definitivamente no puede hacerse en su escritorio, pues está la limitante de las sillas y la privacidad para hablar o ver material en el computador.

Fuente: Portafolio.co

No hay comentarios:

Publicar un comentario