lunes, 26 de marzo de 2012

Códigos (y corbatas) que ya no son obligatorios

 
Probablemente, uno de los mayores avances en la desaparición gradual del código de vestimenta de traje y corbata se diera, más bien sorprendentemente, en algunos círculos políticos elevados.
 
Mientras caminaba en Londres recientemente, pasé al lado de un grupo de escolares uniformados que avanzaba en una ordenada fila de uno en fondo, con maestros al frente y detrás. Nada inusual, excepto por una cosa que me hizo reír a carcajadas: sus corbatas escolares idénticas.O más precisamente, lo que quedaba de ellas. 

Más de la mitad de los chicos había cortado su corbata de manera que sólo quedaban siete o diez centímetros debajo del nudo. Intrigado, pregunté al maestro que iba en la retaguardia: “¿Qué les pasó a las corbatas?” Sonrió y dijo: “Bueno, los chicos odian usarlas, pero las reglas de la escuela dicen que deben hacerlo. Sin embargo, lo que las reglan no especifican es cuán largas deben ser; así que ¡tris tras!”. ¿Por qué no se me ocurrió esa solución atrevidamente divertida cuando yo iba a la escuela?

Esto llamó mi atención porque Virgin acababa de entrar en la industria bancaria con la adquisición de Northern Rock, un banco británico al que estamos rebautizando gradualmente como Virgin Money. En la banca británica, pocas cosas causan terror en el corazón de un cliente como la perspectiva de enfrentar a un gerente de banco con traje sastre de tres piezas y corbata, detrás de un enorme escritorio de caoba. Así que rediseñamos los bancos.

Uno de nuestros primeros cambios ha sido empezar a retirar los mostradores tradicionales y reemplazarlos con áreas de asiento informales. También pensamos que el atuendo ejecutivo formal del personal era una barrera tan sólida como esos mostradores para las experiencias amigables con el cliente. A nuestro grupo más nuevo de empleados Virgin se le dijo que podía prescindir de las corbatas.

Esto me convenía; siempre he odiado las corbatas, quizá porque nunca les vi el caso. Son incómodas y no sirven para ningún propósito útil. Soy afortunado por siempre haber trabajado para mí mismo y, por tanto, nunca he sido víctima de los códigos de vestimenta corporativos.

Durante años, un suéter y pantalones de pana fueron mi atuendo de negocios estándar. Alguien alguna vez bromeó: “El día que Richard se aparezca en el banco usando un traje y corbata, sabrán que estamos en problemas graves”.

Últimamente me he acostumbrado a usar una chaqueta, la cual es práctica ya que encuentro muchos tipos de climas y situaciones durante mis viajes de negocios, pero sólo usaré corbata bajo coacción extrema, lo que regularmente quiere decir en algunas ocasiones oficiales ultraformales, como la cena de estado en la Casa Blanca a la que tuve la fortuna de asistir.

Los trajes y corbatas en una oficina son sólo otro tipo de uniforme, pero en una arena donde estos ya no sirven a ningún propósito útil. En algún tiempo probablemente demostraban que quien los usaba era, en el último de los casos, capaz de comprar y dar mantenimiento a una pieza de tela bastante costosa. Ahora, sin embargo, en una cultura individualizada e interconectada, los logros de uno hablan por sí mismos. El traje y la corbata son un anacronismo.

Antes, el único varón en la sala con el cuello abierto (regularmente era yo) se sentía cohibido por ello (no era mi caso). Actualmente, sin embargo, me complace notar que es el hombre que usa corbata quien es más posible que sea la persona rara.

Probablemente, uno de los mayores avances en la desaparición gradual del código de vestimenta de traje y corbata se diera, sorprendentemente, en algunos círculos políticos elevados. Tony Blair fue uno de los primeros jefes de gobierno británicos que apareció en público sin la corbata “adecuada”. Ahora, el presidente Barack Obama lo ha llevado al nivel en que parece estar sin corbata casi 50 por ciento del tiempo. Siempre me he enorgullecido de descartar el reglamento cuando algo resulta ser una barrera para los negocios; o simplemente, es una tontería.

Y no hay un argumento viable de por qué los ‘caballeros’ deberían usar corbatas. Lo mejor que alguien puede argumentar es: “Es algo que se espera”, o “Todos los demás usarán una”. Uno de los signos de que la cultura empresarial ha cambiado es que cuando la gente llega a una reunión de negocios conmigo, a menudo lo primero que preguntan es: “¿Le importa si nos quitamos las corbatas?” Seguramente nunca pensaron: “Si no usamos nuestras corbatas tendremos menor posibilidad de llegar a un trato”.

Entonces, ¿por qué las usaron, en primer lugar? Así que, en nombre de los encorbatados oprimidos del mundo, he aquí mi llamado a esos déspotas que aún obligan a sus empleados varones a ponerse dogales alrededor del cuello cada día: Por favor, reconsidérenlo.

Fente: Portafolio.co

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